Silka Besosa, sembradora de esperanzas

La noticia de la transmutación de mi amiga Silka Besosa me llega estando lejos de esas montañas de Aibonito, cerca del cielo de nuestra isla borinqueña, donde ella apostó por crear eso que llamamos bolsillos de resistencia y sembrar las semillas de la esperanza. Silka, ¡te voy a extrañar!



Silka cambió la comodidad de una vida en la ciudad y una carrera exitosa en mercadeo porque tuvo la necesidad de ser coherente con lo que pensaba y consigo misma. Llevaba un par de años sembrando en la finca Siembra Tres Vidas (la del cuerpo, la de la mente y la del espíritu, explicaba cuando le preguntaban por el nombre) en Aibonito cuando la visité. En aquella época ya contaba con una estrategia de ventas con apoyo comunitario, era miembra y vendedora en la Cooperativa Madre Tierra en la Placita de Roosevelt, tenía sus productos en tiendas de productos naturales y había sido la primera en Puerto Rico en desarrollar una certificación alternativa para su finca ecológica.

Con Edwin de compañero agricultor y sus hijas Daniela y Tara acompañando las iniciativas, Silka pronto se convirtió en uno de los modelos para la nueva cosecha de jóvenes que se van adentrando en el mundo alternativo de la agricultura, armonizando el compromiso con la ecología, la seguridad alimentaria y la sustentabilidad, con la dignidad que da trabajar la tierra para obtener el sustento. Silka nos demostró que la agricultura ecológica en Puerto Rico es económicamente viable. Sin ejemplos como Silka no podríamos andar argumentando que la agricultura ecológica es nuestra única alternativa para lograr de manera sustentable la soberanía alimentaria.

Silka me hizo sentir su amigo desde el primer día que visité la Finca Siembra Tres Vidas. Me encantó lo que vi, una finca de vegetales orgánicos sembrados en bancos abonados con compost, hechos al contorno de la ladera para evitar la erosión. Una hermosa diversidad de cultivos, colores, formas. Una finca bien diseñada para cosechar, empacar y transportar las cosechas. Cuando vi la finca de Silka por primera pensé “ahora sí que la agricultura orgánica en Puerto Rico va pa’lante.”

Con Silka el respeto y la amistad crecieron rápidos y unidos. Un tiempo después, cuando le dije que estaba buscando un sitio para hacer unos talleres sobre cómo sembrar en nuestras laderas inclinadas de montaña, que necesitaba compartir como las tecnologías agrícolas tradicionales aprendidas hace años con la gente en los campos de Maunabo podían ser la base para una agroecología moderna, enseguida dijo que sí. Así nacieron los Talleres de la Tierra Viva, que hicimos en su finca Raúl Rosado, su hija Daniela Rodríguez y este servidor, durante la segunda mitad del 2010. La participación de Silka fue esencial en el proceso hacia la creación de la certificación ecológica de la Asociación Boricuá de agricultura eco-orgánica. Hace unos meses, en lo que quizás fue una de sus últimas actividades públicas, Silka participó en una mesa redonda de agricultores orgánicos, durante las Jornadas de ANDA sobre Agricultura ecológica, soberanía alimentaria y políticas públicas para un Puerto Rico sustentable, en la Facultad de Derecho de la Universidad de Puerto Rico (hay dos videos de su presentación en http://www.youtube.com/watch?v=ecGPq9zWrfQ ).

Vi a Silka un par de veces más, pues me permitió compartir la intimidad del espacio desde el que nunca perdió la esperanza del milagro. Aún ante el avance de la enfermedad, Silka siempre tuvo palabras de aliento y conciencia de que dejaba sembrado algo importante. Desde que soy más viejo me he dado cuenta que vivimos varias vidas en una. No sé muy bien cómo fue la de Silka antes de ser ejemplo y maestra de agricultores orgánicos desde su Siembra Tres Vidas en Aibonito, pero si sé que ésta que nos deja ahora nutrirá mundos mejores. Silka, te vamos a extrañar.

4 de junio de 2011.