AGRICULTURA ORGANICA A LA PUERTORRIQUEÑA

Publicado en Agrocooperando, periódico de la Cooperativa Agrocomercial de Puerto Rico, mayo de 2009.

AGRICULTURA ORGANICA A LA PUERTORRIQUEÑA
RESEÑA: El Huerto Casero: Manual de Agricultura Orgánica, segunda edición. Por Nelson Alvarez Febles. EMS Editores, 2008.

Carmelo Ruiz Marrero

La producción agrícola orgánica goza de un gran auge por el mundo entero. Se perfila como alternativa viable y efectiva para proteger el ambiente, combatir el calentamiento global, revitalizar comunidades rurales y economías agrícolas, y alimentar el mundo.
Pero la mayor parte de la información práctica de cómo sembrar orgánico nos viene de otras latitudes, de lugares como Estados Unidos y Europa, donde las condiciones climatológicas y los tipos de suelo son totalmente distintos de los nuestros. Por otro lado oímos de bocas poco informadas que la producción orgánica no es viable en nuestro país supuestamente debido al calor y humedad de nuestro clima. Mientras tanto, países igual de tropicales que el nuestro, como Costa Rica, Ecuador y Brasil, nos están comiendo los dulces como productores y exportadores de productos orgánicos a mercados altamente cotizados en Europa.
Ante esta situación se hace necesario desarrollar un saber nacional sobre el agro orgánico, adaptado específicamente a la geografía y cultura puertorriqueñas. Pero antes de tirarnos a desarrollar novedosas tecnologías y técnicas primero hay que rescatar del olvido y abandono las tradiciones y conocimientos que los campesinos jíbaros desarrollaron a través de siglos de experiencia con el terruño, sabiduría antigua y profunda que fue injustamente tildada de atraso e ignorancia cuando se industrializó la agricultura en el siglo pasado. Es urgente rescatar ese conocimiento no solamente para darle nuevos bríos a nuestra agricultura sino también para enfrentar la crisis económica, el agotamiento del petróleo y el calentamiento global.
En su libro “El Huerto Casero: Manual de Agricultura Orgánica”, el autor Nelson Alvarez Febles hace una contribución importante en esta dirección.
Alvarez Febles no es nuevo en este campo. Desde hace muchos años su nombre es bien conocido por casi todo el mundo en Puerto Rico que está comprometido con la alianza de la agricultura con la ecología. Al comenzar la década de los 90 yo estudiaba humanidades en la UPR de Río Piedras y, emocionado con las nuevas posibilidades que presentaba la recién comenzada era de la posguerra fría, me la pasaba hablando de desarrollo sustentable, energías renovables y agricultura ecológica, y fueron varios los amigos que me dijeron “deberías hablar con Nelson Alvarez, él está en la misma onda que tú”.
De hecho, “El Huerto Casero”, ahora en su segunda edición, fue publicado originalmente en 1984 por la Editorial Claridad. El primer borrador data de 1981, escrito en las montañas del barrio Matuyas Bajo de Maunabo “durante horas robadas al trabajo en la finca o bajo la luz de velas y quinqués por las noches”. Para entonces Alvarez Febles llevaba años promoviendo la agricultura orgánica, en una época en que casi nadie- ni en la izquierda ni en la derecha- sabía qué era eso, y el movimiento ambientalista como lo conocemos hoy apenas estaba tomando forma.
En 1989 Alvarez Febles formó parte del colectivo que fundó en el barrio Cubuy de Canóvanas, el Proyecto Agro-Orgánico de Cubuy. Durante sus tres años de existencia, éste “fue un semillero fértil para muchas de las iniciativas posteriores que se han dado en Puerto Rico en la agricultura orgánica”. En 1993 publicó “La Tierra Viva: Manual de Agricultura Ecológica” con el auspicio del Instituto de Educación Ambiental de la Universidad Metropolitana, en el cual profundizó en los aspectos teóricos y políticos de las prácticas agrícolas ecológicas dentro de un contexto de conciencia social.
Fue ese año cuando por primera vez pude conversar extensamente con Nelson, pues coincidimos en el Instituto de Ecología Social en Vermont, EEUU. El estaba presentando su tésis de maestría sobre agricultura orgánica mientras que yo estaba apenas llegando al Instituto para comenzar la maestría mía. De ahí él salió derecho a Barcelona a trabajar para GRAIN, organización internacional dedicada a la protección y uso sustentable de la biodiversidad agrícola. Por muchos años GRAIN ha hecho vanguardia al abordar temas relacionados al nexo entre agricultura y sustentabilidad. Década y media después de ese encuentro en Vermont oí de la boca de amigos argentinos que Nelson había ofrecido un memorable taller de dos días sobre huertos urbanos en la ciudad de Rosario. Actualmente vive en Atlántida, un pueblo costero uruguayo ubicado entre Montevideo y Punta del Este.
Y, ¿Qué ha cambiado entre la primera edición de “El Huerto Casero” y la nueva edición? “En estos últimos 25 años, desgraciadamente hemos presenciado el crecimiento de la agricultura contemporánea, basada en la industrialización a gran escala y en el uso intensivo de recursos externos como el agua, petróleo, abonos químicos, agrotóxicos y, más recientemente, en la introducción masiva de cultivos transgénicos”, dice el autor en la introducción a la segunda edición. “Ese tipo de agricultura depreda los recursos naturales, tiene un impacto muchas veces negativo sobre la calidad de los alimentos que llegan a la mesa, y fomenta la destrucción del mundo rural y campesino”.
“Mientras, todavía se escuchan voces, tanto desde el sector empresarial como desde los sectores oficiales, argumentando que la agricultura orgánica es un lindo ideal, pero imposible, especialmente en un clima tropical como Puerto Rico, etc. Esa manera de pensar ignora la gran cantidad de investigación que se ha hecho en todas partes del mundo, tanto desde las universidades como de los centros de investigación de las organizaciones de la sociedad civil. Durante las décadas de los años 70 y 80 se fue probando que la agricultura orgánica (entendida como la agricultura ecológica, permacultura, biodinámica, entre otras aproximaciones ecológicas y sustentables) es técnicamente viable en todo tipo de climas. Lo hemos visto desde España hasta Filipinas, desde el estado de Vermont a la provincia de Buenos Aires, y de las montañas de Utuado a los llanos costeros de Rincón.”
Pero, ¿Cómo hacer realidad la visión agroecológica en Puerto Rico, cuando nuestro paisaje político y económico es tan adverso a este tipo de propuesta? Alvarez Febles propone como paradigma de acción el mantener vivos los bolsillos de resistencia. Estos bolsillos pueden ser territoriales (como lo son los huertos orgánicos), biológicos (como plantas medicinales y variedades de semillas) o culturales (como los conocimientos tradicionales y cosmovisiones antiguas). “Se trata de pensar en estos bolsillos de resistencia como las semillas para el futuro, semillas de esperanza para los nuevos tiempos”.
Esta segunda edición no es un mero refrito de la edición del 84. Además de una introducción nueva, hay secciones nuevas que incorporan técnicas, como estrategias de siembra y conceptos de abonamiento, conversiones de medidas al sistema métrico, y un apéndice que lista valiosas lecturas, recursos y contactos. A las ilustraciones de la edición original, hechas por Nuria Banal, se añaden otras de Coqui Santiago.