PRODUCCIÓN ECOLÓGICA DE ALIMENTOS EN EL CONTEXTO DE USOS DE TERRENOS EN PUERTO RICO

[UNA VERSIÓN DEL ARTÍCULO FUE PUBLICADA EN
LA REVISTA ENTORNO 18, PÁGS. 38-40, 2011
http://www.caappr.org/index.php?node=1118 ]


Por Nelson Alvarez Febles

En la actualidad se manejan datos que indican que por lo menos un 75% de los alimentos consumidos en Puerto Rico son importados. Con frecuencia los alimentos que nos llegan son de segunda o tercera calidad, como resulta claro para cualquiera que haya vivido en Estados Unidos u otros países. En otros casos, como con los pollos y huevos, a través de estrategias de mercadeo de dudosa legalidad como el dumping, se han destruido industrias locales para sustituirlas por importaciones de peor calidad. La falta de producción local de alimentos de calidad tiene impactos negativos sobre los hábitos alimenticios de los puertorriqueños, y por lo tanto en la salud de la población. Para satisfacer la demanda, se importan alimentos que recorren miles de millas desde sus puntos de origen. Si a lo anterior añadimos la vulnerabilidad de las importaciones ante eventos catastróficos como un huracán, un tsunami o una guerra, podemos comenzar a entender la urgencia para trabajar hacia un aumento del autoabastecimiento alimentario (1). Corregir la enorme dependencia sobre las importaciones para alimentarnos debería ser una prioridad de política pública. Sería extraordinario hacerlo de forma respetuosa hacia los recursos naturales y generando actividad económica interna y acorde con nuestros patrones culturales.

La agricultura y la producción de alimentos hacia el 1950

Se hace difícil imaginar, ante el tipo de urbanismo y uso de suelos actual, que el archipiélago de Puerto Rico tuvo un desarrollo agrícola sofisticado y productivo. Sin embargo,  para el año 1938-39 se producía localmente un 65% de los alimentos que consumía una población de cerca de dos millones de habitantes (2). Además de la extensa variedad de alimentos producidos localmente, Puerto Rico exportaba azúcar, café, algodón y tabaco. Esto nos indica que probablemente las mejores tierras estaban dedicadas a cultivos de exportación, y por lo tanto gran parte de nuestros alimentos provenían de una agricultura realizada en las laderas de nuestras colinas y montañas.  Nuestros estudios nos llevan a concluir que, en términos generales, en el pasado nuestros campesinos, los jíbaros y los pequeños y medianos agricultores, utilizaban tecnologías apropiadas que protegían los suelos de la erosión, hacían un uso sustentable del agua y promovían una diversidad de cultivos que intensificaba la producción en terrenos inclinados que hoy se tienden a considerar marginales para la agricultura. 

Incluimos una foto (3) de un paisaje agrícola hacia los años 50, donde se observan componentes productivos diversos. El observador cuidadoso descubre en estas fotos técnicas que hoy se consideran de conservación de suelos y de manejo sustentable (zanjas al contorno, siembras de cobertura vegetal en las áreas más suceptibles a la erosión y biodiversidad productiva). La pérdida de masa boscosa primaria en la Isla fue dramática para esa época, quedando poco más del 5% a mitad del siglo pasado. Sin embargo, no quiere decir que los suelos quedaban descubiertos, privados de protección vegetal, pues el tipo de agricultura que se practicaba incluía rotaciones de cultivos, agroforestería, pastos para ganado y siembras en las escorrentías. También se protegían los nacimientos de las fuentes de agua y los bordes de las quebradas y ríos.




Fincas en terrenos inclinados con controles de erosión, rotación de usos y cultivos, integración de biodiversidad para usos múltiples, rancho de secado de café y comunidad rural.




Esa tecnología agrícola, de origen taino con innovaciones árabes, canarias y españolas, fueron rápidamente descartadas y sustituidas, especialmente a partir de los años cincuenta, por técnicas típicas de una agricultura industrializada de altos insumos externos (fertilizantes de síntesis química, plaguicidas, semillas híbridas, riego extensivo y maquinaria pesada) más apropiadas a climas templados y terrenos llanos. Un ejemplo fue la destrucción masiva de los bosques de cafetales tradicionales para sembrar café al sol, utilizando maquinaria pesada que destruía la cubierta vegetal y el mantillo del suelo para depositarlo en escorrentías y quebradas, además del abandono  de las zanjas y el uso intensivo de  abonos inorgánicos, plaguicidas y herbicidas. En pocas décadas se ha visto cómo la ganancia a corto plazo en producción de granos de café llevó a niveles importantes de erosión, contaminación y pérdida de productividad, hasta el punto que las autoridades tuvieron que volver a incentivar la siembra del café con sombra en policultivos.

Abandono de la agricultura y producción de alimentos

El abandono de la agricultura como actividad económica importante fue rápido y dramático. Como ejemplo, en 1950 la producción agrícola en Puerto Rico  representó el 25.6% del producto  interno total y empleó 36.2% de la fuerza laboral. Cuarenta años después, para el 1990 las cifras correspondientes fueron 1.7% y 3.7%.

LA AGRICULTURA EN LA ECONOMÍA DE PUERTO RICO (porcientos)

1950
1990
2008
Del ingreso interno total
25.6
1.7
0.5
Del empleo total
36.2
3.7
1.2
Fuente: Informe Económico, Junta de Planificación, ELA, 1990; Compendio de Datos, BGF/PR, 2008

Si analizamos la tabla que sigue vemos cómo esa merma de actividad agrícola se traduce dramáticamente en cambios en el uso de terrenos:


ÁREA EN PRODUCCIÓN AGRÍCOLA Y NÚMERO DE FINCAS
AÑO
CUERDAS AGRÍCOLAS
NÚMERO DE FINCAS
PROMEDIO CUERDAS/FINCAS
%  ÁREA DE PUERTO RICO
1935
1,913,047
52,790
36.2
87
1998
865,478
19,951
43.4
39
2002
690,687
17,659
39.1
31
2007
557,530
15,745
35.4
25
Fuente: Departamento de Agricultura de Puerto Rico.
NOTA: Una cuerda es igual a 4,000 metros cuadrados, 0.4 hectareas.

Entre 1935 y 2007 se perdieron para la agricultura y/o se dejó de producir en 1,355,517 cuerdas. Si en el 1935 87% del área total del archipiélago estaba dedicado a alguna actividad agrícola, en el 2007 solamente fue un 25% del territorio. El descenso en el número de fincas ha sido proporcional al abandono agrícola de la tierra, pero el tamaño promedio de las fincas ha permanecido entre 35 y 40 cuerdas. Este último dato podría ser indicativo de que ese tamaño de unidad es suficiente para que una finca en el País sea productiva y sustentable. La experiencia nos demuestra que -sujeto a variables como suelos, topografía, vegetación, tipo de producción, entre otras- las fincas de 25 cuerdas pueden ser unidades viables en modelos de agricultura ecológica intensiva y sustentable.

Disponibilidad actual de terrenos para la agricultura

Como vimos anteriormente, grandes cantidades de terrenos en Puerto Rico dejaron de tener usos agrícolas, pero esto no quiere decir que estén disponibles en la actualidad para la siembra, pues una gran cantidad de los mejores suelos han sido utilizados para el desparrame urbano horizontal y la construcción de carreteras, centros comerciales con sus enormes zonas de estacionamiento, entre otros desarrollos promovidos por el modelo desarrollista dominante. A continuación se presentan algunos datos sobre la disponibilidad actual de suelos para la agricultura, aunque probablemente sea menor si tomamos en consideración aspectos limitantes como la erosión, contaminación de suelos y agua, acceso y seguridad (4).

TOTAL DE TERRITORIO DE PUERTO RICO, EN CUERDAS: 2,275,000
      Entre 1935 y 2007 se dejó de producir en 1,355,517 cuerdas.
TIERRAS AGRÍCOLAS ÓPTIMAS PERDIDAS POR EL DESARROLLO Y LA CONSTRUCCIÓN: 300,000
TIERRAS AGRÍCOLAS HOY
270,000          Terrenos óptimos, llanos
600,000          Terrizos rojizo, ondulantes
300,000          Inclinadas, para producción de madera, agroforestería

TOTAL DISPONIBLE:  1,170,000 cuerdas

Como Puerto Rico es parte de una realidad globalizada, no se pretende que produzcamos todos los alimentos que consumimos. Lo aconsejable es priorizar en aquellos alimentos perecederos que son de producción más fácil en nuestras condiciones geográficas y que además son más nutritivos consumidos frescos, como las frutas, vegetales, carnes, huevos, etc. También se debe enfatizar el cultivo de alimentos tradicionales a nuestra dieta, como guineos, plátanos, tubérculos, panas, habichuelas, ajonjolí y jengibre. Un tercer grupo deben ser cultivos con buen potencial económico y exportador, como el café. Todos estos cultivos son de mejor calidad y de mayor valor comercial cuando son productos de la agricultura ecológica.
¿Cuánta tierra necesitaríamos para desarrollar una economía agrícola que impacte sobre las importaciones? Sin intención de presentar números concluyentes ni pretender presentar cifras económicamente precisas, veamos algunos datos en forma general. En la siguiente tabla se muestra la cantidad de terreno necesaria por persona y año, según tres formas de hacer agricultura y tres tipos de dietas.

CUERDAS PARA PRODUCIR ALIMENTOS PARA 4 MILLONES DE PERSONAS         
Agricultura de altos insumos externos para dieta actual con alto consumo de animales: 1.25 c/p=5 millones cuerdas
Agricultura de altos insumos para dieta regular:
0.36 c/p= 1.44 millones cuerdas
Agricultura de bajos insumos externos:
0.18 c/p=720,000 cuerdas
                                                                                              C/P: Cuerdas por persona

En los primeros dos casos se trata de la agricultura contemporánea industrializada que hace uso intensivo de insumos como abonos químicos, plaguicidas, riego, mecanización, etcétera. En el tercer caso se trata de una agricultura tipo ecológica que hace uso de los recursos internos y cercanos a la finca para abonar, controlar plagas, etc. En cuanto a la manera de consumir los alimentos, en el primer caso se trataría de una dieta con alto contenido de productos animales, como la que predomina actualmente en Puerto Rico. En el segundo caso, de una dieta más cercana a lo que se recomienda por el USDA, con más cereales, frutas y vegetales, y menos grasas y carbohidratos sencillos. En el tercer caso sería una dieta cercana a las dietas tradicionales lacto-ovo-vegetariana de culturas tradicionales como las de la India.

Si optamos por una agricultura ecológica de bajos insumos y una dieta que tenga un buen balance entre productos animales y vegetales, del tipo tradicional puertorriqueño, podríamos aventurar que bajo esas condiciones cada cuerda podría proveer alimentos para cuatro personas. Por lo tanto, para producir alimentos de calidad y en forma sustentable para la mitad de la población, dos millones de personas  (o producir la mitad de los alimentos de cuatro millones) necesitaríamos medio millón de cuerdas de terrenos agrícolas. [ERRATA: en el artículo impreso en la revista se dice un millón.]

Anteriormente hemos visto que en Puerto Rico hay cerca de 900,000 cuerdas disponibles de terrenos agrícolas, entre óptimos e inclinados, y unas 300,000 cuerdas adicionales para manejo agroforestal. Lo cual nos lleva a concluir que potencialmente, utilizando técnicas de agricultura ecológica que produzcan en forma sustentable a la vez que protejan y conserven esas tierras para el futuro, se puede producir una cantidad significativa de los alimentos que necesitamos en Puerto Rico. Por lo mismo, no nos sobraría tierra para continuar con el modelo de desarrollo dominante ni con una agricultura dependiente de la importación de insumos industriales y altamente depredadora de los recursos naturales.

Ventajas de la agricultura ecológica

Desde hace algún tiempo venimos argumentado que no hay un verdadero futuro agrícola para Puerto Rico, como proveedor significativo de alimentos para nuestra población, si no adoptamos como estrategia central la producción agroecológica. Al hablar de agricultura ecológica (que incluye a la agricultura orgánica, permacultura y otras modalidades) nos referimos a una agricultura alternativa que tiene la salud del ecosistema, la viabilidad económica a largo plazo y la responsabilidad social como metas. Es una agricultura económicamente sostenible, ecológicamente sensitiva y socialmente justa.

Nuestro territorio no aguanta más maltrato ni contaminación a sus recursos naturales agrícolas, como es el caso de los suelos, aguas y biodiversidad (silvestre y agraria). También se debe tener en cuenta el impacto negativo sobre la salud de la población de las prácticas agrícolas contaminantes.  Además, tenemos serios problemas de disposición de desperdicios sólidos, algunos de los cuales podrían ser materia prima para la agricultura ecológica. A través de un manejo apropiado, gran parte de los desperdicios orgánicos caseros e industriales, así como las podas, desyerbos y residuos de jardinería, sirven para hacer composta,  un abono orgánico excelente para las siembras. Existen experiencias a través del mundo que así lo demuestran.

Hace falta intensificar la producción para producir alimentos en forma ecológica y eficiente en una isla super-poblada como Puerto Rico. La intensificación a través del modelo de monocultivos en base a un alto nivel de insumos externos (agro-químicos, fertilizantes de síntesis, riegos, semillas híbridas o transgénicas, maquinaria pesada), más allá de los problemas que ha causado a través del planeta, no es una opción sustentable en nuestro caso. Mientras tanto, existen muchos ejemplos de cómo las fincas agroecológicas pequeñas y medianas pueden ser netamente más productivas que las grandes extensiones en monocultivos industriales. Cuando se cuantifican todos los alimentos, productos agrícolas y servicios que proveen las fincas familiares a través del año, resultan ser altamente productivas (5). Entendemos que Puerto Rico puedo aumentar significativamente la producción de alimentos de calidad para su población. La implementación de políticas de agricultura ecológica puede aportar significativamente a que el País comience a resolver algunos de los grandes problemas sociales, económicos y ecológicos que tenemos. Esto requerirá importantes cambios en la manera en que estamos acostumbrados a menejar asuntos como la planificación urbana, los modelos de desarrollo económico, el uso del territorio, la agricultura y nuestra alimentación.

NOTAS:

(1) Recomendamos los trabajos de la Dra. Myrna Comas Pagán, profesora de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez, sobre seguridad y vulnerabilidad alimentaria, algunos de ellos disponibles en Internet.
(2) Ver al final referencia a tesis de maestría, 1993. A través de este artículo inlcuimos información extraida de nuestros trabajos.
(3) De la colección de fotos de Tom Lehman de los años cuarenta y cincuenta, tomadas por misioneros:
(4) No ha sido fácil obtener datos sobre uso y disponibilidad de suelos para la agricultura. Aquí incluimos, entre otros, información tomada del “Estimado de terrenos de uso agrícola para sostener la demanda alimentaria de la población de Puerto Rico al 2006”, Hoja de Datos Ambientales, Universidad de Puerto Rico, Mayagüez. También de “Hacia una nueva visión de la agricultura pueretorriqueña”, Pablo E. Segrra Bosques y Cecilio Lebrón Lebrón, ponencia presentada el 29 de abril de 2009 en la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Puerto Rico, Río Piedras.
(5) Ver, por ejemplo, Jules Pretty (2009). “Can Ecological Agriculture Feed Nine billion People.” Monthly Review. También pags. 15-17 de nuestro libro El Huerto Casero.

Algunas publicaciones del autor

Alvarez Febles, Nelson. (1993) Critique of contemporary agriculture and sustainable agriculture as an option for development in Puerto Rico. Tesis de maestría, Goddard College, Vermont.
(1997) “Biodiversity Based Farming Produces More”. Seedling, octubre, Barcelona. (“La biodiversidad agrícola produce más”, Biodiversidad: sustento y culturas, junio 1998.)
(2004) “Las semillas en la tierra germinan y se multiplican”. Biodiversidad: sustento y culturas, octubre, Montevideo.
(2008)  El huerto casero: manual de agricultura orgánica. San Juan.(2010) La Tierra Viva: manual de agricultura ecológica. Fideicomiso de Conservación de Puerto rico. San Juan.

La soberanía alimentaria en Puerto Rico: historia y desafíos

Por Nelson Alvarez Febles

Serie agricultura ecológica y soberanía alimentaria en Puerto Rico | Parte 2


Por Nelson Alvarez Febles

Serie agricultura ecológica y soberanía alimentaria en Puerto Rico | Parte 2

Durante el Siglo 20 se logró establecer a nivel internacional a la seguridad alimentaria como un derecho, definida como el derecho a la población de un país a suficientes alimentos de calidad a través de todo el año. Por mucho tiempo esto se entendió como una responsabilidad de los estados, para lo cual se desarrollaron estrategias nacionales de investigación, extensión, almacenamiento y distribución. Las importaciones eran vistas como complementos a la producción nacional, y solamente en casos de emergencias humanitarias (causadas por desastres naturales o guerras) se justificaba la ayuda alimentaria mediante importaciones masivas.

Sin embargo, en las últimas décadas del pasado siglo, en plena expansión de la economía neoliberal, se modificó el concepto de seguridad alimentaria bajo presión de los países industrializados con enormes excedentes de alimentos y de las compañías transnacionales que monopolizan el comercio internacional de ‘commodities’ agrícolas (alimentos que se venden a granel sujetos a especulación en los mercados). Se estableció que lo importante era tener acceso a los alimentos en el mercado internacional, por lo tanto las exigencias de las agencias internacionales crediticias como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial obligaron al desmantelamiento de las estructuras de seguridad alimentaria en los países en desarrollo.

Unos tras otro, en plena campaña para reducir el tamaño de los estados en vías de desarrollo a través de las privatizaciones, se obliga a los países más pobres a dejar en manos privadas corporativas la investigación, el desarrollo y la producción agrícola.  Se sacrifican las reservas nacionales de alimentos y se prioriza el acopio de divisas para comprar alimentos en el extranjero, alimentos que muchas veces eran ajenos a las mejores tradiciones nacionales agrícolas y culturales. Para conseguir esas divisas se promueven los productos agropecuarios para la exportación (café, palmas aceiteras, monocultivos de árboles para papel, camarones, carne, más recientemente la soja transgénica, etc.), en detrimento de la producción local de alimentos.

Puerto Rico ha sido un buen ejemplo del abandono de la agricultura local para depender de la importación –mayormente de los Estados Unidos- para obtener los alimentos. La Dra. Myrna Comas (2011), de la Universidad de Puerto Rico, sostiene que importamos el 85% de los alimentos, y que tenemos reservas en la Isla para solamente algunas semanas. En años recientes se ha ido gestando en el imaginario social una creciente preocupación por la seguridad alimentaria. En la tabla que sigue señalamos algunas percepciones sobre cómo nos afecta la inseguridad alimentaria, ofrecemos argumentos que tienden a sustentar percepciones y apuntamos a sectores de la sociedad que las comparten:

Aumenta en Puerto Rico la preocupación con la seguridad alimentaria
Percepción  pública
Constatación
Sectores que apoyan
1. Existe una relación entre cómo se producen los alimentos y su frescura con la calidad nutricional.
Existen estudios que argumentan que los productos en los cuales se utilizan técnicas ecológicas tienen mayor contenido de vitaminas y minerales, así como qué los alimentos industrializados son menos saludables.
Los naturistas, vegetarianos, practicantes de terapias alternativas, tiendas de productos naturales, deportistas, educadores, nutricionistas.
2. La agricultura industrializada utiliza plaguicidas  que tienen impactos negativos  sobre la salud.
Existe evidencia científica abrumadora que relaciona el uso de plaguicidas con enfermedades serias y problemas natales y peri-natales. (www.panna.org)
Ecologistas, movimiento de agricultura orgánica, practicantes de la lactancia materna, biólogos, sectores de salud pública.
3. Hay una relación entre la agricultura industrial de altos insumos externos y el deterioro del medio ambiente.
La agricultura contemporánea es responsable de la erosión de terrenos, contaminación de aguas superficiales y subterráneas y la pérdida de biodiversidad.
Movimiento de agricultura orgánica, ecologistas, agroecólogos, planificadores.
4. Como importamos la mayoría de los alimentos, nos exponemos  a hambrunas y desorden civil en caso de desastres naturales como huracanes fuertes y tsunamis.
Importamos casi el 90% de los alimentos consumidos y apenas tenemos reservas en Puerto Rico para algunas semanas (Comas Pagán, 2011), mientras que la producción agrícola es poca y en parte orientada a sectores que no aportan alimentos al país.
Científicos sociales, comerciantes del ramo de la alimentación, planificadores.
5. Los amantes de la buena comida y la creciente industria de restaurantes gourmet valoran la mejor calidad de los alimentos frescos.
Aumentan los restaurantes dedicados a la cocina gourmet, y crece el número de chefs que valoran la calidad y sabor que aportan los productos frescos y orgánicos.
Público con poder adquisitivo medio alto, turismo.
6. Sectores de la población hacen una afirmación cultural al comer alimentos frescos y tradicionales de la dieta puertorriqueña.
En los supermercados ha aumentado la presencia de alimentos tradicionales a la dieta puertorriqueña, como tubérculos, frutas y jugos; además aumentan los restaurantes criollos, tanto de comida rápida como gourmet y nueva cocina.
Sectores que se esfuerzan por afirmar la puertorriqueñidad  en su vida cotidiana y toman decisiones que apoyan esa convicción.
                                                 

La soberanía alimentaria , contenidos y antecedentes

En la tabla anterior se recogen aspectos que van más allá de la seguridad alimentaria, los cuales forman parte de un concepto más moderno. En el 1996, durante una reunión sobre recursos vegetales para la agricultura de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultora (la FAO), en Leipzig, Alemania, la Via Campesina -que en la actualidad agrupa a más de 150 organizaciones en 70 países que representan a 200 millones de campesinos y campesinas, pueblos indígenas, pescadores artesanales y otras comunidades locales- lanzó el nuevo concepto de la Soberanía Alimentaria, el cual incluye entre sus premisas que:

·  La alimentación es un derecho humano básico.
·  Es el derecho de los pueblos a alimentos sanos y culturalmente adecuados, producidos mediante métodos sostenibles.
·  Todos los pueblos y estados tienen el derecho a definir sus propias políticas agrícolas y alimentarias.
·  Se da prioridad a la producción y consumo local de alimentos y se proporciona a cada país el derecho de proteger a sus productores locales de las importaciones baratas y controlar la producción.
·  Se debe garantizar el bienestar  y la permanencia de la población rural, favoreciendo una agricultura con agricultores.
·  Los pueblos tienen el derecho a producir la comida en su territorio, en formas que refuercen sus valores culturales y respeten el medio ambiente.
·  Los pueblos indígenas, las comunidades locales, los campesinos, los agricultores, especialmente las mujeres, tienen derecho a contar con los recursos necesarios para producir comida, lo cual incluye acceso y control sobre la tierra, las semillas, el agua, los créditos y los mercados.


A principios de los años noventa las organizaciones no gubernamentales que venían siguiendo el desarrollo del concepto de los derechos de los agricultores en las negociaciones internacionales, se encuentran con una ofensiva desde varios frentes para eliminar lo logrado hasta entonces dentro la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación). Comenzaba la ofensiva por el control de los recursos genéticos para la agricultura y la alimentación por parte de las multinacionales de las semillas, agroquímicos, farmacéuticas y alimentos.

El primer paso fue cambiar, dentro de las negociaciones para el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD), aprobado en Río de Janeiro en 1992, el concepto de las semillas como patrimonio de la humanidad por el de la soberanía de cada país sobre la biodiversidad y los conocimientos asociados. También se debilitó el principio de los derechos de los agricultores para imponer, bajo los tratados de la Organización Mundial del Comercio (OMC), la homogenización mundial en cuanto a los derechos de propiedad intelectual sobre los seres vivos y sus componentes. Lo que se busca es que los países aprueben patentes o, como alternativa, sistemas de derechos de los fitomejoradores como el tratado UPOV 91, recientemente aprobado en Chile, que protejan los derechos de las compañías que se dedican a producir industrialmente semillas, muchas veces híbridas o transgénicas.

Ante esta triple embestida desde la FAO, el CBD y la OMC, las ONGs, las organizaciones de los pueblos indígenas y las nuevas organizaciones campesinas, principalmente la Via Campesina, comienzan a explorar marcos legales alternativos para defender los derechos de los pueblos y comunidades locales a sus recursos naturales, genéticos y culturales. Desde GRAIN (Genetic Resources Action Internacional) tuvimos la oportunidad de participar en ese proceso, tanto desde algunas de las reuniones internacionales como desde la investigación.

Se comienza a abandonar conceptos más estrechos, como los derechos de los agricultores, o la búsqueda de alternativas para la propiedad de los recursos (tanto biológicos como el conocimiento asociado) dentro del marco legal internacional vigente. En 1995 GRAIN publicó un trabajo (ver bibliografía, abajo) que incluyó los resultados de una investigación nuestra que  proponía varias líneas de argumentación para acercar los derechos de las comunidades locales e indígenas a la categoría de derechos universales/humanos: derechos de patrimonio, derechos territoriales y derechos comunitarios.

El año 1996 fue llamado el año de la biodiversidad agrícola por algunas ONGs, debido al gran número de reuniones internacionales relacionadas con la temática, entre ellas la FAO y el CBD (GRAIN, 2000). En junio las organizaciones de la sociedad civil organizaron una gran reunión paralela a un importante evento de la FAO para aprobar un plan global de acción sobre recursos genéticos vegetales, celebrado en Leipzig, Alemania. Fue allí cuando la Via Campesina, abandonando el intento de acomodarse a los tratados internacionales y marcos legales vigentes, lanzó el nuevo concepto de Soberanía Alimentaria.

Mediante la soberanía alimentaria, Vía Campesina introduce nuevas premisas  para pensar las políticas alimentarias, agrícolas y de desarrollo rural. Habiendo introducido una alternativa viable, Vía Campesina transforma el debate internacional. El concepto de soberanía alimentaria ha sido recogido por instituciones como la Organización para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas (FAO, por sus siglas en inglés), y la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, mientras ha sido asumido por varios países como política nacional.


Producción de alimentos y soberanía en Puerto Rico

Hacia el año 1940 la agricultura puertorriqueña producía azúcar, tabaco y otros rubros para la exportación, mientras suplía el 65% del mercado interno de alimentos. Hoy no se llega ni al 15% y representa poco más del uno por ciento del empleo. Necesitamos volver a producir localmente una parte importante de nuestras necesidades nutricionales, si queremos garantizar en el futuro una soberanía alimentaria que ofrezca algo de seguridad en la disponibilidad y calidad de alimentos, desarrollo económico local sostenible y afinidad cultural.

En el caso de Puerto Rico, para poder ejercer una soberanía alimentaria que posibilite la producción ecológica de una cantidad significativa de alimentos para nuestra población, sería necesario desarrollar la soberanía sobre varios aspectos de nuestra realidad política. Veamos algunos ejemplos:

1.     1.  Controlar las importaciones agrícolas para establecer:
          ·        Calidad de los alimentos.
          ·         Presencia y niveles residuales de productos químicos tóxicos.
          ·         Cumplimiento en los países exportadores de las normas internacionales de derechos del trabajo y                       otros tratados.

2.      2. .Control del comercio exterior para diversificar las exportaciones y las importaciones, tanto en cuanto rubros como en destinos, y proteger la producción interna de cultivos y alimentos.
           
3.     3.  Políticas impositivas para respaldar la agricultura ecológica y sustentable:

·         Impuestos a la contaminación ambiental según nivel de toxicidad de productos y tecnologías utilizados (Pearce, 2003).
·         Impuestos según nivel de impacto y daño a los recursos naturales importantes para la agricultura: agua, aire, suelo, biodiversidad.
·         Impuestos según el nivel de la carga de carbono de la actividad agrícola y producción de alimentos: gasto de combustibles fósiles (macanización, transporte, almacenamiento), uso de abonos y derivados de petróleo, cantidad y tipo de empaques.
·         Sistema de créditos a favor de los que contaminen menos, tengan menor impacto sobre el medio ambiente, por el uso de recursos internos y locales en la finca, conservación de la diversidad genética para la agricultura y la alimentación, entre otras razones.


Puerto Rico cuenta con los recursos naturales de suelo, agua y clima, la infraestructura, el capital, una juventud preparada, el mercado, las técnicas, la capacidad empresarial y el respaldo público necesarios para comenzar a crear una agricultura ecológica y moderna capaz de producir eficientemente una parte significativa de nuestros alimentos. Contamos aún, a pesar del modelo de desarrollo dominante durante las últimas cinco o seis décadas, con 270,000 cuerdas de terrenos llanos óptimos para agricultura, con otras 600,000 cuerdas de suelos profundos con declives moderados (Alvarez Febles, 2011). Existen otras 300,000 cuerdas que se podrían utilizar para producir, en forma sustentable y con gran biodiversidad, parte de la madera que necesitamos y obtener otros bienes y servicios de los bosques. Aún quedarían  cientos de miles de cuerdas para vida silvestre, servicios ambientales y recreo. Hace falta desarrollar la voluntad y las herramientas políticas para hacerlo.


FUENTES DE INFORMACIÓN

Artículos

Alvarez Febles, Nelson (2011). “Producción ecológica de alimentos en el contexto de los usos de terrenos en Puerto Rico”. Revista Entorno 18, págs. 38-40, San Juan. http://issuu.com/cesteves/docs/entorno18

Comas Pagán, Myrna (2011). “La seguridad alimentaria en Puerto Rico y la cadena de suministro de alimentos.” Revista Corriente Verde, San Juan. http://www.corrienteverde.com/editoriales%20anteriores/seguridad%20alimentaria%20en%20puerto%20rico.html

GRAIN (1995). “Towards a biodiversity community rights regimes”. Barcelona.  http://www.grain.org/article/entries/28-towards-a-biodiversity-community-rights-regime

GRAIN (2000). “Evaluando el año de la biodiversidad”. Compendio de la Revista Biodiversidad, Montevideo. http://www.grain.org/fr/article/entries/811-evaluando-el-ano-de-la-biodiversidad-agricola

Pearce, David (2003). “Fertilizer and Pesticide Taxes for Controlling Non-point Agricultural

Otras

Estadísticas agrícolas del Departamento de Agricultura del Estado Libre Asociado de Puerto Rico: http://www.gobierno.pr/DA/Estadisticas/

Producción de agricultura orgánica en el mundo: International Federation of Organic Farming Movements (IFOAM): Annual Report 2010, p. 1. http://www.ifoam.org/about_ifoam/inside_ifoam/pdfs/IFOAM_Annual_Report_2010_web.pdf

Información en Internet sobre algunos de los temas tratados


Taller de huerto orgánico casero en Uruguay

¡Fue la alquimia de la naturaleza y las manos! Patricia y Sebastian nos abrieron el espacio de Casa Sol, su hogar y centro de enseñanza de Tai Chi y Yoga, para hacer un taller introductorio al huerto casero orgánico el pasado sábado 3 de septiembre.









Sobre un suelo de médanos arenosos en Parque del Plata Norte, al este de Montevideo, trabajamos cavando las camas abonadas, añadiendo materia orgánica en la forma de pastos, estiércoles y composta. Dharma y Abril, junto a Cristina, armaron un rincón para las plantas medicinales, hermanas esenciales para la salud del huerto orgánico y la familia. Joaquín, a pesar de su mano herida, nos acompañó con su energía y humor de los catorce años. E Isabel, recién llegada de tierras catalana a estudiar en la universidad los entrecijos uruguayos, movió, cavó y rió a sus anchas.

Después de un energético y alegrémico guiso de lentejas y ensaladas frescas aprendimos a sembrar, transplantando lechugas, berenjenas y brócolis, y haciendo almácigos de muchos otros cultivos para esperar prestos a la primavera. Sebastían nos enseño su abonera y pequeño invernadero para los semilleros, y mezclamos el ajo, la cebolla y aromáticas para preparar un elixir para proteger las siembras de plagas y enfermedades, y de paso limpiar las almas.

La tarde nos despidió entre una oportuna llovizna que regó el nuevo huerto y poco a poco partimos, cada cual llevando una nueva cosecha de amistad y esperanzas.