Sobre un suelo de médanos arenosos en Parque del Plata Norte, al este de Montevideo, trabajamos cavando las camas abonadas, añadiendo materia orgánica en la forma de pastos, estiércoles y composta. Dharma y Abril, junto a Cristina, armaron un rincón para las plantas medicinales, hermanas esenciales para la salud del huerto orgánico y la familia. Joaquín, a pesar de su mano herida, nos acompañó con su energía y humor de los catorce años. E Isabel, recién llegada de tierras catalana a estudiar en la universidad los entrecijos uruguayos, movió, cavó y rió a sus anchas.
Después de un energético y alegrémico guiso de lentejas y ensaladas frescas aprendimos a sembrar, transplantando lechugas, berenjenas y brócolis, y haciendo almácigos de muchos otros cultivos para esperar prestos a la primavera. Sebastían nos enseño su abonera y pequeño invernadero para los semilleros, y mezclamos el ajo, la cebolla y aromáticas para preparar un elixir para proteger las siembras de plagas y enfermedades, y de paso limpiar las almas.
La tarde nos despidió entre una oportuna llovizna que regó el nuevo huerto y poco a poco partimos, cada cual llevando una nueva cosecha de amistad y esperanzas.