Publicado en Revista Atabey, noviembre 2010, págs. 28-31, San Juan.
http://www.revistaatabey.com/noviembre2010.html
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Utilizamos el nombre de agricultura ecológica al referirnos a todas las variantes de agricultura alternativa que tienen la salud del ecosistema, la viabilidad económica a largo plazo y la responsabilidad social como metas. Lo que llamamos agricultura ecológica recoge conceptos que se vienen desarrollando bajo una gran variedad de nombres y enfoques: agricultura orgánica, biológica, biodinámica, sostenible, permacultura, alternativa o el manejo integrado de plagas. Más allá de los nombres, la agricultura ecológica agricultura utiliza prácticas que protegen los recursos naturales a la vez que producen alimentos más saludables:
• Económicamente sostenible: viabilidad en el tiempo, en cuanto a la finca como unidad, en cuanto a la región, recursos, bajos insumas externos, rentabilidad estable, integración de todos los componentes: producción, mercadeo, tecnología, investigación participativa.
• Ecológicamente sensitiva: protección, recuperación y regeneración de los recursos no renovables, en vez de degradación y agotamiento; sintonía con el naturaleza; uso del reciclaje; uso de tecnologías/energías alternas; protección de la biodiversidad; tecnología libre de agroquímicos que afectan el agua, la tierra, el aire, la flora y la fauna; productos sin residuos tóxicos para el ser humano.
• Socialmente justa: salarios y entradas dignas para los agricultores y trabajadores, respeto por sistemas y conocimientos tradicionales, igualdad de derechos para la mujer, alimentos suficientes en calidad y cantidad para los productores en todo el planeta, respeto por la diversidad cultural; consideración por los efectos que la agricultura produce en la sociedad, el medio ambiente, la economía, las generaciones futuras y pueblos de otros países.
La agricultura ecológica ofrece la oportunidad de proteger la tierra y las aguas, recursos naturales muy abusados. Nuestras montañas tienen suelos altamente erosionados debido a siglos de cultivo y pastoreo sin la necesaria protección. Las quebradas y ríos sufren de sedimentación, lo que perjudica la cantidad y calidad de nuestros abastos de agua. Las prácticas agrícolas actuales son en parte responsables de la destrucción de los hábitats acuáticos naturales, con repercusiones que van desde las cuencas hidrográficas, los cuerpos de agua dulce, los estuarios y deltas marinos, hasta los arrecifes costeros.
El uso y abuso de fertilizantes químicos sintéticos y pesticidas es asociado con importantes problemas ambientales, que incluyen la contaminación de aguas, extinción de fauna y flora, la destrucción de la capa de ozono de la atmósfera y la erosión de los suelos ante la destrucción del mantillo (top soil) y el agotamiento de la materia orgánica.
La agricultura industrializada es señalada como una importante fuente de los problemas que causan el cambio climático. La deforestación y la erosión de los suelo reducen la capacidad de la naturaleza de secuestrar el dióxido de carbono y aumentan el reflejo del calor y la luz. La agricultura industrial es una gran consumidora de combustibles fósiles, tanto en la producción de insumos como en la producción y transporte de los alimentos. A través del aumento del consumo de carne en el planeta la ganadería industrial contribuye significativamente a la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, como el metano.
En varios países del mundo la agricultura ecológica/orgánica es parte de la política oficial de los gobiernos y se incluye dentro de las estrategias que pueden contribuir a reducir los problemas que causan el cambio climático. Según una organización norteamericana pionera en la práctica e investigación sobre la agricultura orgánica, el Rodale Institute, el manejo orgánico de los suelos puede almacenar más de mil libras de carbono por cuerda, en vez de producir pérdidas de carbono como sucede en sistemas agrícolas no orgánicos. (Visitar: http://www.rodaleinstitute.org/global_warming )
Al utilizar materiales biodegradables y biológicos y al integrar grandes cantidades de materia orgánica como abonos y acondicionadores, la agricultura ecológica protege y mejora los suelos, a la vez que evita la contaminación del medio ambiente. Se argumenta la urgencia de eliminar la dependencia en el uso de los combustibles fósiles de la agricultura industrial, para lo cual se sugiere priorizar la producción local de alimentos, el reciclaje de nutrientes en la finca, el uso de rotaciones y abonos verdes y la producción local de energías alternativas. (Ver: Richard Heinberg, Michael Bomford. (2009) “The Food and Farming Transition Towards a Post Carbon Food System.” Post Carbon Institute, California. www.postcarbon.org/food ).
La agricultura ecológica ve al suelo como un componente activo, dinámico y vivo, y utiliza prácticas que lo protegen, mejoran y renuevan. Además recicla los deshechos orgánicos y utiliza métodos naturales para el control de plagas y enfermedades. Al reciclar materiales orgánicos resuelve también importantes problemas de desperdicios sólidos. En vez de destruir, integra los sistemas naturales de la flora y la fauna nativa, ayudando así a la protección de las especies autóctonas. La conservación o creación de setos, rocadales y hábitats acuáticos crea condiciones favorables para los pájaros, insectos, reptiles y anfibios, los cuales en su mayoría son considerados beneficiosos, no como enemigos de los cultivos.
La agricultura industrializada y la industria alimenticia son un engranaje más de la máquina productiva y comercial, en que los criterios importantes son la apariencia, el tamaño y la alta productividad en menos tiempo y a menor costo. Por lo general juzgamos a los vegetales y las frutas por su tamaño y apariencia, pero raras veces por su valor alimenticio y el sabor, y menos aún por la cantidad de residuos tóxicos que puedan contener o el impacto ecológico de su producción.
Mientras tanto, los productos orgánicos ofrecen una garantía saludable, además de ser más ricos en sabor y nutrientes. La agricultura ecológica es una alternativa real para producir alimentos sin degradar nuestro medio ambiente, fomentar la producción local y ofrecer productos más sanos y nutritivos.
(*) El autor es especialista en agricultura orgánica y sustentabilidad rural, y autor de los libros El huerto casero: manual de agricultura orgánica y La Tierra Viva: manual de agricultura ecológica. Partes del artículo anterior han sido tomadas de sus libros.
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