La agroecología, hermana académica de
la
agricultura ecológica
Por Nelson Alvarez Febles
Serie agricultura ecológica y soberanía alimentaria
en Puerto Rico/Parte 8
Publicado en la revista digital 80grados.net
“La
agroecología es inclusividad, participación ciudadana y justicia social, es
cultura, es conocimiento holístico y manejo integrado, es mayor soberanía y
autonomía alimentaria, es calidad de vida, salud y dignidad humana, es
sostenibilidad ambiental, económica, productiva y social – todas cosas que
hemos progresivamente perdido en Puerto Rico.” Salvador Coleman Tío[1]
Nos gusta llamar a la agroecología la hermana académica de la agricultura
ecológica. En este artículo veremos primero algo de historia y algunas premisas
de la agroecología. En la segunda parte se describe la investigación
participativa como uno de las estrategias que se deben integrar en el
desarrollo de una agricultura sostenible futura, y se apuntan algunas áreas de
posible investigación. Para terminar, se enumeran algunos aspectos ecológicos,
económicos y sociales que consideramos que deben ser parte de la agenda
agroecológica en nuestro país.
Antes de pasar a la agroecología
propiamente, incluimos una definición nuestra de la agricultura ecológica para
tenerla como marco de referencia:
“En lo conceptual, se trata de una
agricultura económicamente viable, ecológicamente sensitiva y socialmente
justa. En lo técnico, es una agricultura integrada y diversificada, que
favorece la variedad de rubros productivos, la utilización de materia orgánica
para mejorar los suelos y nutrir los cultivos, el uso de controles no tóxicos
para el control de plagas y enfermedades, controles mecánicos y orgánicos de la
vegetación no deseada, el aprovechamiento y reciclaje de los recursos internos
de la finca y de la vecindad, y fomenta la biodiversidad y la regeneración del
ecosistema local.”
Algunas premisas de la agroecología[2]
La agroecología reivindica la
unidad entre las distintas ciencias naturales entre sí y con las ciencias
sociales, para comprender y potenciar las interacciones existentes entre
procesos agronómicos, económicos y sociales. Dicho de otra manera, se
reivindica la unidad e interacción que existe entre el medio natural, la
planta, el animal y el ser humano. Según el Dr. Miguel Altieri, uno de sus más
importantes teóricos y promotores, la agroecología podría definirse como el
enfoque teórico y metodológico que, utilizando varias disciplinas científicas,
pretende estudiar la actividad agraria desde una perspectiva ecológica,
entendida dicha actividad en su sentido
amplio, donde los ciclos minerales, las transformaciones de la energía, los
procesos biológicos y las relaciones socioeconómicas son investigados y
analizados como un todo.[3]
La agroecología tiene una
dimensión integral en la que lo social ocupa un papel muy relevante ya que las
relaciones establecidas entre los seres humanos y las instituciones que las
regulan constituyen la pieza clave de los sistemas agrarios, que son ecosistemas
fuertemente humanizados. Por lo tanto, el análisis de los agroecosistemas desde
esa perspectiva antropogénica hace inevitable que el investigador se comprometa
con la realidad que estudia, lo cual por lo general lleva a un compromiso ético
con la solución de los problemas ambientales y sociales. Para la agroecología el agro-ecosistema es la
unidad sobre la cual se trabaja. Toda agricultura implica una intervención
humana sobre el medio natural y el agroecosistema vendría a ser la unidad
básica del espacio agrícola humanizado que manifiesta una composición y
funcionamiento propios. Desde esta perspectiva, la estructura interna de los
agroecosistemas resulta ser una construcción social, producto de la coevolución
de los seres humanos con la naturaleza.
La
agroecología surgió a finales de los años setenta como respuesta a las primeras
manifestaciones de la crisis ecológica en el campo. La (re)valoración del
conocimiento agrícola tradicional de la humanidad y del conocimiento indígena y campesino,
marginados por la agricultura industrializada, llevó a reconocer muchas
experiencias útiles para hacer frente a los retos del presente y a un enfoque
más integral de los procesos
agrarios. Los
movimientos ambientalistas influyeron en la agroecología, aportando una
perspectiva crítica hacia la racionalidad científico-técnica, especialmente
hacia la agronomía convencional. El desarrollo del pensamiento ecologista y la
nueva ética ambiental que surgió en su seno proporcionaron los fundamentos
éticos y filosóficos a la agroecología como una herramienta para analizar y
organizar un futuro agrícola más sustentable.
Agenda para la investigación participativa[4]
Casi toda la investigación que se lleva a cabo
en las universidades y laboratorios parte de un paradigma reduccionista,
jerárquico y excluyente, según el cual el científico es que sabe, el que puede
y el que contrala los temas, los modelos, el desarrollo y las conclusiones. Ese
modelo frecuentemente da lugar a que las investigaciones estén bajo control de
intereses que no tienen a las comunidades como su principal beneficiario, como
las agendas de los gobiernos y las estrategias de las corporaciones. Sin embargo,
existe desde hace décadas otra aproximación, la investigación participativa. En base a un paradigma de paridad y
complementariedad, los técnicos y las comunidades agrícolas trabajan en la
investigación agrícola en situación de igualdad y respeto mutuo, desde el
diagnóstico, el desarrollo de las metodologías, los estudios de campo, hasta la
implementación de las innovaciones a nivel de la finca y la evaluación de las
experiencias.
Existen múltiples propuestas para la
investigación participativa. Algunas plantean modestas concesiones en la
ejecución de sus estudios por parte de los investigadores técnicos y académicos
ante las poblaciones objeto. Otras incluyen a los supuestos beneficiarios de
las investigaciones en la formulación de objetivos y el desarrollo de
estrategias para la implementación de nuevas propuestas, pero los técnicos
mantienen el control. Mientras tanto, una genuina investigación participativa propone
que los técnicos y las comunidades agrícolas trabajan en situación de igualdad
y respeto mutuo desde el diagnóstico, el desarrollo de las metodologías, los
estudios de campo, hasta la implementación de las innovaciones a nivel de la
finca y la evaluación de las experiencias.
En relaciones de paridad entre los
técnicos y los agricultores el conocimiento, sea científico, comunitario,
empírico o hereditario, es valorado en términos igualitarios. En la tabla que
sigue vemos algunos ejemplos de cómo el cambio de paradigmas frente a los
modelos impacta sobre algunas de las variables en los procesos investigativos.
Comparación de paradigmas entre la
investigación académica y la participativa
|
La investigación en manos de los técnicos
|
La investigación desde los agricultores y comunidades
|
Meta
|
Hacer los proyectos más eficientes
|
Metas múltiples: económicas, ecológicas y sociales
|
Objetivo
|
Definición externa de los grupos designados como objeto de los
proyectos de desarrollo
|
Múltiples articulaciones con diversos actores; coaliciones
amplias y alianzas para el cambio social
|
Métodos principales para el análisis y la planificación
|
Armar registros, cuestionarios, relevar data, valoración del
beneficiario, análisis de costo beneficio
|
Acción y aprendizaje participativo y metodologías participativas
complementarias, democracia deliberativa, defensa, construcción de
coaliciones, acción directa
|
Roles dominantes y relaciones
|
El tecnócrata iluminado y paternalismo benevolente
|
Paridad social genuina y complementariedad en el ejercicio del
poder
|
Condicionamientos
externos
|
El contexto más amplio es ignorado, no se cuestionan temas como
los derechos de propiedad, tenencia de la tierra, relaciones sociales,
adopción de decisiones, estructuras y procesos
|
Explícitamente preocupados por el cambio del contexto más amplio
de la vida de la gente: metas sociales y ecológicas, diversidad de opciones,
muchos futuros posibles
|
Metas de desarrollo
|
Mejoramiento de productos y servicios
|
Minimizar la necesidad para la intervención externa, autonomía
|
Diversidad (social y ecológica)
|
Baja
|
Alta
|
Adaptado de: Michel P. Pimbert (2003).[5]
Tomando en cuenta las características
descritas, a continuación sugerimos algunas puntas para la investigación
participativa agroecológica en Puerto Rico que podrían aportar a aumentar la
producción alimentara haciendo un uso sostenible de los recursos naturales y
humanos, y además ayudar a la recuperación de agroecosistemas deteriorados:
1. ¿Cómo sumar biodiversidad productiva a la
finca? En Puerto Rico urge enfocar en los agroecosistemas de montaña, por la capacidad
que tienen de diversificación e intensificación productiva.
· Estudiar
diversos componentes de producción y la (inter)relación entre ellos:
hortalizas, tubérculos, forestales, animales, apicultura, cultivos de alta
rentabilidad (cash crops): café, flores,
frutas exóticas, maderas nobles, plantas medicinales.
2. Estabilización ecológica y productiva de la
finca orgánica.
· Control
de erosión del suelo.
· Manejo
de los ciclos del agua.
· Manejo
de la fertilidad de los agroecosistemas a través de la materia orgánica,
rotaciones y asociaciones de cultivos.
· Establecimiento
de componentes permanentes y semi-permanentes en la finca; estudio de sistemas
tradicionales e integración de estrategias de permacultura.
· Reducción/estabilización
de las plagas y enfermedades en el agroecosistema.
· Diversidad
de productos en el espacio y el tiempo.
3. El uso de leguminosas y otras plantas como
coberturas y acompañamiento en las rotaciones de cultivos para añadir
resiliencia al agroecosistema.
· El
uso de leguminosas rastreras (habichuelas aladas, aterciopeladas, etc.) en
acompañamiento de cultivos y descanso de los suelos.
· Multiplicidad
de funciones en las coberturas: manejo de humedad, materia orgánica, control de
vegetación no deseada, biodiversidad, polinización, protección del suelo.
· ‘Manojos’
(bundles) de cultivos como coberturas
en las rotaciones para que cumplan varias funciones: soltar el suelo y
sub-suelo, añadir nutrientes, control de vegetación, proveer biomasa, funciones
alopáticas, etc.
4. Complementos para el sustento de la familia
agrícola en la finca agroecológica.
· La
finca orgánica y el mercadeo directo alternativo; con apoyo comunitario (CSA).
· El
ecoturismo participativo.
· La
finca ecológica como espacio educativo.
· La
micro-industrialización para añadir valor en la finca: mermeladas, bebidas,
pastelería, dulces, artesanías, comidas, ensaladas, entre otros.
· Producción
y venta de productos y servicios para la agricultura: abonos orgánicos,
semillas, plantines, arado con bueyes, transporte de mercancías, etc.
5. El agricultor y la agricultora ecológicos
como custodios de la biodiversidad agrícola.
· Criterios
para seleccionar variedades en la finca orgánica.
· Los
agricultores como mejoradores de cultivos.
· Sistemas
comunitarios para conservar, reproducir y distribuir semillas orgánicas.
· Recuperación
de variedades nativas adaptadas a los agroecosistemas puertorriqueños.
· Re-introducción
cultural de cultivos y variedades tradicionales en la alimentación y el
mercado.
Posibles aportes de la agroecología al futuro
de Puerto Rico
Para completar el
acercamiento a la agroecología como ciencia humanizada y participativa, se
incluyen a continuación algunas propuestas para estudio e implementación de cómo la agricultura ecológica puede
aportar a un futuro de sostenibilidad productiva y equidad.
En lo ecológico,
mediante la protección y recuperación de nuestros
suelos, fuentes de aguas, bosques, montes lagos, costas, manglares y humedales;
la conservación de ecosistemas sensibles; la reducción de la contaminación
química y la conservación y aumento de la biodiversidad productiva; y la
recuperación de agroecosistemas degradados.
En lo económico, se
fomenta la creación de empleos de calidad,
especialmente para jóvenes; la autogestión familiar y comunitaria; la diversificación
de la matriz productiva en Puerto Rico; y el aumento del auto-abastecimiento
alimenticio en la Isla mediante la soberanía alimentaria.
Finalmente, en lo
social se adelanta la revitalización
productiva y social de nuestras zonas rurales, especialmente en el interior del
país; el rescate del mundo rural, con su
bagaje de conocimiento tradicional –reconocido hoy como esencial al manejo
intergeneracional de los recursos naturales; y el rescate de la dignidad de la
“cultura del agro”.
[1] Salvador
Coleman Tío estudia una
Maestría en agroecología
y sustentabilidad en la Universidad Internacional de Andalucía, España. El
texto citado forma parte de un trabajo inédito presentado en uno de los cursos,
“Reflexión sobre importancia del proceso de vincular los aspectos ecológicos y
socioculturales de la biodiversidad para transformar el sistema agroalimentario
en Puerto Rico,” (marzo 2011). Email:
salvadorcoleman@gmail.com
[4]
La siguiente sección se nutre de un trabajo del autor presentado al Tercer
Simposio de Agroecología/SOCLA, Universidad de Puerto Rico en Utuado, marzo de
2010: “Soberanía alimentaria, agricultura
ecológica e investigación participativa,
[5] Michel P. Pimbert. (2003) “Participación en el manejo de
la biodiversidad.” Revista Biodiversidad: sustento y cultura, núm 36, págs.
1-7, abril.